Todas llenas de historias.
Cada vez que nos internábamos en un puerto nos encontrábamos muchísima historia. Los tiempos cambian, los barcos rentables son los grandes, y en los pequeños sólo se ven pescadores con la piel curtida por el salitre. Madrugan para empezar la faena. Es una historia de lucha, una actitud y una forma de vida. Pescar con las manos y vivir de ello. La posibilidad de pescar verdeles, lubinas, anchoas y no euros. Aquella actitud estaba escrita en los muros y nos sentíamos parte de ella.

No hay comentarios: